miércoles, 30 de mayo de 2007

Los chinos no se conforman con el hijo único

El intento de imponer el control de la natalidad provoca desórdenes violentos en Guangxi. La gente está harta de esta ley inhumana y odiosa. ¿Pensabas que el mal siempre vence? No es verdad: el deseo de libertad y el verdadero espíritu de la persona son fuerzas imparables.

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miércoles, 9 de mayo de 2007

Las células madre y su camino hacia la clínica

La investigación con células madre se ha convertido en uno de los campos más prometedores para hacer realidad la Medicina regenerativa. Pero muchas veces las informaciones se ven condicionadas por una visión parcial de las cuestiones bioéticas y médicas que están en juego. César Nombela, catedrático de Microbiología en la Universidad Complutense, acaba de publicar en la editiorial Edaf el libro "Células madre, encrucijadas biológicas para la Medicina" (1), con el fin de divulgar la realidad actual y las posibilidades abiertas por estas investigaciones. Reproducimos algunas páginas en las que contrasta los avances obtenidos con células madre adultas y con las de origen embrionario.

No hay experiencia del empleo de células de origen embrionario en clínica humana. Al contrario de lo que sucede con las adultas, no se ha podido diseñar estudio alguno de terapia experimental con líneas de células madre humanas de origen embrionario. Las células de origen embrionario crecen con mayor vigor en las placas de cultivo, y muestran una pluripotencialidad notable comparadas con las adultas. Por ello se ha logrado inducir su diferenciación "in vitro" hasta generar la mayor variedad de tipos celulares. Sin embargo, sigue siendo inseguro tratar con células de este tipo.

Células embrionarias: empleo inseguro
Dejando aparte la valoración ética del empleo de embriones humanos para derivar células madre, hay dos razones por las que el hipotético empleo de células madre embrionarias resulta tan inseguro que hasta ahora no se ha podido abordar ningún tratamiento con células de este tipo. En primer lugar, está el problema de la compatibilidad inmunitaria, por la limitación en el número de líneas celulares. El segundo problema es el del potencial cancerígeno de las células de origen embrionario cuando son trasplantadas a un organismo adulto, como ha puesto de manifiesto la experimentación animal.

Las líneas existentes de este tipo de células madre derivan de unos pocos embriones, lo que supone por tanto un conjunto muy limitado de posibilidades desde el punto de vista de la histocompatibilidad. Los trasplantes de médula ósea son en muchos casos trasplantes alogénicos, es decir, el receptor del trasplante recibe células de otra persona. Generalmente, la compatibilidad se logra buscando posibles donantes entre parientes próximos, con lo que las probabilidades de que haya compatibilidad son altas.

Pero, a falta de donantes emparentados histocompatibles, hay posibilidades de encontrar donantes compatibles no emparentados en los bancos de médula ósea o en los de células de cordón umbilical, dotados generalmente de un número muy elevado de muestras. No es el caso de las células de origen embrionario. De hecho, el establecimiento de bancos dotados de miles de líneas celulares representaría un notable esfuerzo, tiempo y recursos. Hoy por hoy, estamos lejos de disponer de bancos con decenas de miles de líneas que facilitaran el hallazgo de células compatibles para muchos receptores.

Se han tomado iniciativas para la creación de bancos de células humanas de origen embrionario. El UK Stem Cell Bank, fundado por dos de los consejos de investigación británicos (el Medical Research Council y el Biotechnology and Biological Sciences Research Council), albergaba, en octubre de 2005, 24 líneas celulares, ninguna de las cuales puede ser usada en tratamientos en humanos. El US National Stem Cell Bank, que se situará en el WiCell Research Institute, en Madison (USA), cuenta con una importante dotación económica de los National Institutes of Health para archivar y distribuir las líneas de células madre humanas de origen embrionario, aprobadas para su manejo en proyectos financiados con fondos federales. Con carácter más especializado, se ha creado en Edimburgo la rama europea del Stem Cell Sciences de Melbourne (Australia), que desarrolla células madre neurales, similares a las encontradas "in vivo", y derivadas tanto de embrionarias como de fetales y de tejido cerebral de adulto. Se plantea su puesta a punto sobre todo para investigación biomédica y pruebas "in vitro" de fármacos. (…). Se han aprobado otros bancos, como el de Granada (España), cuya evolución y posibilidades están por sustanciarse.

Formación de tumores
En cualquier caso, el establecimiento de líneas de células madre de origen embrionario no es una tarea sencilla, son varios los problemas técnicos que han de superarse, sigue siendo un reto asegurar la obtención de líneas de células de origen embrionario de suficiente madurez, funcionalidad y pureza. Entre las dificultades está la sustitución, en los medios de cultivo, del lecho nutritivo de células de ratón (fibroblastos) normalmente empleado para su cultivo. Esta sustitución ya se ha logrado en algunos casos, pero está por resolverse con carácter general. Por ello, las células madre pueden incorporar productos de origen animal a los componentes de su membrana, lo que determina una modificación química que potencia su capacidad antigénica, con mayor riesgo de rechazo inmunitario (…).

El segundo problema, el de mayor envergadura, está en la capacidad tumorgénica de las células madre de origen embrionario. No cabe en esto, ni en casi nada, establecer generalizaciones, pero es de lógica pensar que el mayor potencial de crecimiento y diferenciación puede hacer menos controlable el desarrollo de las células. La experimentación animal demuestra en muchos casos esta capacidad de formación de tumores, fundamentalmente teratomas, en los que aparecen células diferenciadas de los tipos más diversos (…).

¿Embrionarias frente a adultas?
(…) La contraposición de un tipo y otro de células madre está directamente en la raíz de una cuestión de capital importancia. Se trata de valorar lo que significa el embrión humano en sus estadios más iniciales, la consideración ética que merecen las intervenciones que puedan destruirlo para propósitos instrumentales y la protección jurídica que se le debe conceder en el ordenamiento legal.

(…) ¿Cuál es la realidad actual de su empleo en tratamientos experimentales? Aparte de ensayos de reducido alcance, ya hemos señalado que la única forma de avanzar será realizar ensayos clínicos rigurosos y fiables, cuyos resultados puedan ser contratados para alcanzar conclusiones de valor científico. La web http://www.clinicaltrials.gov/ recoge un buen resumen de ensayos clínicos en todo el mundo. En ella se informa de más de 550 ensayos registrados con células madre adultas, la mayor parte ensayos diseñados para tratamientos de enfermedades, mientras que unos pocos se refieren simplemente a la recogida de materiales celulares que podrían utilizarse para tratar. Solo aparecen dos estudios planteados con células madre embrionarias, ninguno de los cuales constituye un ensayo clínico con enfermos, sino que se refieren a la creación de bancos de líneas celulares a partir de embriones que puedan ser donados para investigación y, en su caso, experimentación clínica. (…)

Ensayos clínicos con células madre adultas
La cantidad más que notable de ensayos con células madre adultas que están en marcha nos permite pronosticar que su número se incrementará notablemente (…). Es imposible detallar la riqueza de posibilidades, y lo sugerente que resulta para el avance de la medicina regenerativa tal cantidad de planteamientos de experimentación con estas células. Las principales conclusiones son:
– La inmensa mayoría de los ensayos –la práctica totalidad– se basan en células madre hematopoyéticas, por algo constituyen la fracción de células madre con propiedades mejor documentadas y con un notable potencial para el tratamiento.
– Una mayoría absoluta de los ensayos experimentan sobre el tratamiento de trastornos hematológicos de muy diversa índole, incluyendo aplasias medulares, hemoglobinopatías y otras deficiencias de sistema hemático, pero sobre todo tumores del tipo de las leucemias y linfomas. En general, se trata de reconstituir el sistema hematopoyético del enfermo. Los trasplantes de células derivadas de médula ósea, que se plantean en los ensayos, pueden ser autólogos (células extraídas del propio enfermo, que son posteriormente trasplantadas tras suprimir su sistema hematopoyético) o alogénicos (células procedentes de un donante distinto del enfermo).

– La utilización de células de cordón umbilical –entre las que abundan las células madre– constituye un capítulo también muy bien representado, su papel es similar al de las células derivadas de médula ósea.

– Se extienden notablemente los ensayos de reparación de músculo cardiaco, asi como de corrección de otros daños como los de válvulas y arterias, siempre con células madre derivadas de la médula ósea, administradas directamente mediante perfusión en el órgano, en enfermos afectados de cardiopatías de distintos grados.

– La apuesta por las células derivadas de médula ósea es tan grande que se plantean muchos ensayos para estimular su sobreproducción y liberación a sangre periférica, lo que facilita su obtención y/o su efecto terapéutico, por tratamiento con sustancias diversas.
– Igualmente se intenta en diversos ensayos aprovechar el potencial de estas células para regenerar el tejido periodontal, reparar fracturas óseas, traumatismos cerebrales o corregir trastornos diversos como la diabetes tipo I, todo un catálogo de posibilidades abiertas.

– De forma muy limitada, se plantea ya obtener otros tipos de células madre adultas para tratamientos, entre ellas están progenitores de oligodendrocitos humanos, tras cirugía craneal o células madre de tejido mamario.No hay ensayos clínicos con células madre embrionarias

La enorme cantidad de ensayos resumida anteriormente contrasta con la ausencia de tratamientos experimentales con células derivadas del embrión. Las razones fundamentales ya se han explicado anteriormente; a pesar de todo, muchos insisten en señalar que la verdadera medicina regenerativa empezará cuando se puedan emplear células embrionarias. ¿Es esta una propuesta razonable? Para responder a esta pregunta hay que analizar en qué medida las células madre embrionarias podrán superar el "impasse" y entrar en la experimentación clínica, así como valorar qué limitaciones existen en las células madre adultas que pudieran superarse con células de origen embrionario.

Está fuera de duda que las líneas de células pluripotentes derivadas de embriones constituyen sistemas muy adecuados para experimentar y profundizar en las características de este tipo de células. Bien es verdad que, a mi juicio, la mayor parte de las preguntas de investigación que cabe abordar se pueden formular investigando con células de animales. Entre ellas están todo lo relacionado con los mecanismos de multiplicación y transdiferenciación, los controles del proceso, los genes que actúan y su programación, así como la forma de "domesticar" estas células para su utilización en trasplantes, sin que su descontrol conduzca a la formación de tumores. Asimismo, cabe pensar en introducir modificaciones genéticas en estas líneas celulares, como un instrumento más, tanto para su estudio como para su potencial empleo terapéutico.

Desde un punto de vista metodológico, en cuanto a su puesta a punto para posibles tratamientos, es necesario mejorar la obtención de líneas celulares a partir de embriones. Hace falta suprimir los materiales de origen animal de los medios de cultivo, incluyendo las células de ratón que se usan para nutrir a las líneas de células madre que se propagan. Es esta una limitación que parece comienza a superarse. Sin embargo, no está claro si la totalidad de las células de la masa interna del blastocisto tienen la misma opción de crecer y dar lugar a líneas estables, o es más bien una fracción de las mismas, lo que plantea el problema de la homogeneidad de los cultivos.
Igualmente hace falta establecer los mejores controles para la diferenciación "in vitro" de las células, al objeto de dirigirlas hacia el tipo de células que interese, dada la notable plasticidad de las células de origen embrionario. Tal vez, inducir una diferenciación previa al trasplante pudiera limitar el problema de la formación de tumores, como sugieren algunas observaciones obtenidas con ratón y rata. Pero esto no es muy seguro, por lo que las dudas antes de administrar células madre embrionarias en cualquier tratamiento experimental en humanos pueden persistir notablemente, hasta hacer el ensayo éticamente inaceptable.

Se necesitaría una gran cantidad de embriones
Sin embargo, aun contando con la superación de los escollos anteriores, si se aceptara tratar enfermedades con células derivadas de embriones, habría que superar uno nuevo de forma rápida, casi inmediata, el de la disponibilidad en gran escala. No me refiero a la cantidad de células cultivadas, que podría resolverse con su cultivo en grandes cantidades. Me refiero a la variedad de líneas de células embrionarias que deberían estar disponibles, para cubrir un elenco suficiente en el que encontrar células histocompatibles, desde el punto de vista inmunitario, para la mayoría de los enfermos que pudieran someterse a este tratamiento experimental, propio de un ensayo clínico. (...)

Descartada la posibilidad de trasplante autólogo, ¿cuántas líneas embrionarias habrían de estar en los bancos para disponer de una variedad suficiente de compatibilidades? Cualquier cifra que se considere, aunque sea muy inferior a las de los bancos existentes de médula ósea o de cordón umbilical, supondría siempre un esfuerzo grande, se necesitaría una gran cantidad de embriones para destinarlos, no a la procreación, sino a la creación de bancos de células madre.
En definitiva, no es de extrañar que la ventaja notable de las células madre adultas esté en su disponibilidad. Tanto por ser adecuadas para trasplante autólogo en muchos casos, como por su disponibilidad en bancos ya existentes, u otros que se creen, como por la opción siempre posible de buscar nuevos donantes adecuados. La introducción en clínica de las células madre adultas, bien es verdad que hasta ahora muy limitada, lleva no obstante una notable ventaja a la de las células embrionarias.

Ello, a mi juicio, justifica conceder a las células madre adultas un grado notable de prioridad.
Las células del adulto existen en nuestro propio organismo o en el de personas que pudieran donarlas a otras con garantías de histocompatibilidad. Con las técnicas actuales, para disponer de células de origen embrionario en una variedad suficiente, siempre será necesario crear los embriones adecuados y proceder a su destrucción para extraer las células correspondientes. La vía embrionaria requiere como mínimo la valoración de que el embrión humano pueda ser también un instrumento terapéutico, con todo lo que eso implica.
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(1) César Nombela. "Células madre, encrucijadas biológicas para la Medicina". Edaf. Madrid (2007). 226 págs. 20,20 €.© 2007 César Nombela Cano.
© De esta edición: Editorial Edaf, S.L.
FUENTE:www.aceprensa.com

sábado, 21 de abril de 2007

El mercado sin reglas del “baby business”

Una profesora de Harvard Business School investiga el negocio de la infertilidad

"Estamos vendiendo niños", asegura Debora L. Spar. Se trata de "un mercado que alcanza los tres mil millones de dólares –solamente en Estados Unidos– y que es de los pocos que opera sin reglas", puntualiza esta catedrática de Administración de Empresas, directora de investigación de la Harvard Business School. La necesidad de una regulación –con un debate político explícito y claro– resulta inaplazable para evitar abusos, según las conclusiones de su estudio –"Baby Business"– que aborda sin tapujos emocionales el amplio negocio de las tecnologías reproductivas (1).

La inserción de un niño sin padres en una familia es sin duda positivo. Pero hay otros elementos del proceso que le dan una aire comercial. "Las agencias de adopción ofrecen charlas regulares para describir su comercio; publican –en algunos caso– listas de sus niños en la web y ofrecen sus perfiles en revistas ilustradas. También cobran precios claramente diferenciados", afirma Spar, y todo esto sin entrar en el mercado negro, donde la transacción es explícitamente comercial: la madre (u ocasionalmente el padre) reciben un dinero a cambio del niño".

Cada día, en casi todas las naciones, se venden bebés. Está afirmación, lejos de escandalizar a nadie, comienza a asentarse en muchas mentes, que poco a poco se familiarizan con términos –fecundación "in vitro", diagnóstico genético preimplantatorio o donación de óvulos– que hasta hace décadas resultaban propios de ciencia ficción. El negocio de los bebés existe, y, en opinión de Debora L. Spar, "ni la retórica ni la motivación pueden cambiar la actividad fundamental. Cuando las personas adquieren óvulos o esperma; cuando contratan madres de alquiler; cuando eligen a un niño para adoptar o un embrión que se va a implantar están haciendo negocio".

Esta rotunda declaración podría despertar desconfianza si no fuera avalada por la minuciosa investigación de una experta en mercados que, tras analizar transacciones comerciales de otros muchos sectores emergentes, ha puesto sus ojos en lo que denomina "una floreciente actividad", con motivo de la adopción en Rusia de su tercera hija. Sin ánimo moralizante y sin intentar disfrazar de altruismo lo que no lo es, Spar mantiene que el mercado de la infertilidad existe, aunque no opera igual que otros: de un lado, produce un resultado claramente no comercial –un niño– y, de otro, se mueve en un difícil equilibrio entre la compasión y el negocio; entre la oferta –muy dependiente del avance de la ciencia– y la demanda, sujeta a una necesidad emocional, como la paternidad o la maternidad, que presiona dolorosamente y solo se frena ante las convicciones éticas o la falta de recursos.


Ley de la oferta y la demanda

Las autoridades políticas de Estados Unidos han ignorado prácticamente el mercado de los servicios de la reproducción, de modo que las restricciones son escasas. Algunos estados, como California y Florida, se han convertido en el destino de parejas estériles u homosexuales, que viajan en busca de las técnicas más avanzadas, dispuestas a pagar por óvulos, selección de sexo o madres de alquiler, casi sin preguntar el precio.

¿Pero cómo se ha puesto en marcha este potente sector? Casi todos los avances tecnológicos han vivido un proceso similar al de Louise Brown, la primera niña probeta nacida en Inglaterra en 1978, cuyo caso despertó una gran polémica inicial. Sin embargo, tras una etapa de confusión legislativa y de timidez investigadora, en Reino Unido, Australia y Estados Unidos comenzaron a nacer niños mediante fecundación "in vitro". El negocio se inauguraba.

También el alquiler de úteros, impulsado por los avances en inseminación artificial, desarrolló pronto su oferta y demanda. Sociólogos y filósofos de corte feminista lanzaron sus críticas hacia lo que se consideraba tráfico de niños. "Cuando el parto de las mujeres se trata como una mercancía, las mujeres que lo experimentan son degradadas; conciben deliberadamente un hijo con la intención de entregarlo a cambio de un beneficio material", afirma Elizabeth Anderson, profesora de Filosofía de la Universidad de Michigan, con numerosas investigaciones sobre los límites éticos al mercado. La falta de legislación hizo que muchos conflictos terminaran en los tribunales: no se sabía si las madres de alquiler vendían su alumbramiento o sus cuerpos. Aún así, en esta primera etapa, la madre de alquiler casi siempre recuperaba los derechos sobre el niño en caso de conflicto.

Contratos de gestación
Pero el panorama todavía se complicó más al mejorar las técnicas de fecundación "in vitro". La madre genética –la que proporcionaba los óvulos– ya no era la misma que lo gestaba –la de alquiler–. Aparecieron unos contratos de gestación detalladísimos, hasta 50 páginas, que imponían normas de conducta, como no beber, no fumar ni drogarse durante el embarazo. Al separar óvulo y útero, el comercio de óvulos se multiplicó y la oferta se especializó por orígenes y condiciones de las donantes. De los 2.500 dólares pagados en las primeras "donaciones" se pasó a 50.000. Por ejemplo, en 1998 un centro de reproducción asistida de Nueva York recibía de 50 a 100 llamadas semanales de donantes potenciales y sus registros albergaban hasta 500 candidatas clasificadas por raza, inteligencia, fisonomía, etc.

La globalización también llegó a los contratos de gestación y empezaron a ofrecerse a madres extranjeras jóvenes y en buenas condiciones físicas, que recibían una contraprestación impensable en sus países –siempre más pobres– por los nueve meses de gestación. Los adversarios de esta práctica llegaron a calificar el proceso como un "tráfico internacional de mujeres", pero el negocio avanzaba.

Mientras en 1989 una empresa americana anunciaba la apertura de un centro de alquiler de úteros en Filipinas, en 1997 una mujer de Chandigarh (India) se ofrecía a gestar un niño por 1.100 dólares y financiar así un tratamiento a su marido enfermo; en 1995 la prensa polaca recogía discretamente una oferta para madres de alquiler lanzada por parejas de Alemania, Bélgica y Holanda. Todas estas operaciones siempre resultaban más ventajosas que un contrato de gestación en Estados Unidos, cuyo precio medio era de 20.000 dólares por embarazo.


Selección genética de pago
Las desigualdades en los contratos de gestación, tanto jurídicas como de costes, son más evidentes que en otros sectores del mercado de bebés y niños, aunque esto no significa que no existan también en los demás. "Las parejas adineradas y bien educadas son las que tienen recursos para someterse a múltiples ciclos de tratamientos de fertilidad de alta tecnología, y solo estas parejas pueden permitirse pagar 25.000 dólares para cubrir los costes de una adopción en Guatemala", asegura Spar.

Hay otras técnicas que también inciden en esa misma disparidad y rozan la pendiente resbaladiza de la eugenesia: es el caso de los bebés de diseño, cribados a través del Diagnóstico Genético Preimplantatorio (DGP), con el que ya se puede detectar el sexo, la propensión a alguna enfermedad importante o defectos genéticos como el síndrome de Down, por unos 3.500 dólares.

Lo que comenzó como búsqueda de un "bebé-medicamento", futuro donante para un hermano enfermo, va camino de un amplio mercado de selección. Se calcula que existen unas 50 clínicas que ofrecen la selección de embriones como parte del tratamiento de fertilidad y que ya ha nacido un millar de niños por este procedimiento, pero "muchos de esos pacientes no sufren de infertilidad ni son portadores de genes potencialmente peligrosos… en realidad, pagan para conseguir el tipo de bebé que desean o simplemente seleccionar el sexo", señala la investigadora americana.

Con esta fórmula, que permite evaluar la información genética antes de reimplantar o destruir un embrión, aumenta poderosamente la posibilidad de selección que ya ofrecían otras técnicas como la amniocentesis o la ecografía para fetos más avanzados. Se está creando así un nuevo escenario, según ha señalado Francis Fukuyama, "donde la lotería genética es reemplazada por la selección, donde los seres humanos pueden competir por la perfección, un escenario que amenaza con aumentar la disparidad entre los niveles superior e inferior de la jerarquía social". Si bien Alemania ha prohibido la selección de embriones, en otros países como Estados Unidos, la legislación todavía no se ha pronunciado, por lo que la decisión se deja en manos de los padres.


Niños para adoptar

Todavía otros dos sectores más forman parte de este gran mercado, tal como lo describe de Debora L. Spar: la adopción –sobre todo la internacional– y la clonación terapéutica y reproductiva, aunque ésta última aún no esté dominada y despierte las mayores críticas. En el caso de la adopción internacional, el mercado permite elegir el país de origen, un tipo particular de niño y también un precio. El coste de adopción puede oscilar entre los 15.000 dólares para un niño de raza blanca y los 7.000 para un niño etíope, además del viaje y los honorarios de la agencia.Más vale regular

Para la autora del "Baby Business", la existencia de un mercado emergente en torno a los niños y bebés es tan clara, que la única opción razonable es tratar de mejorar sus defectos y limitaciones. En su opinión, habría que "dotarlo de los atributos comerciales que actualmente no posee: introducir algo semejante a los derechos de propiedad, algunas definiciones comunes y un marco legal", en un contexto político y legal apropiado que permita producir niños sin riesgos. "Si establecemos políticas más claras, y distinguimos lo que es aceptable de lo que no lo es, el mercado inevitablemente funcionará mejor".

En su opinión, algunos principios contribuirían a un mayor consenso sobre el mercado, como el acceso general a la información sobre tratamientos y estadísticas de eficacia de cada centro; la determinación de unos niveles mínimos e iguales de tratamiento sanitario para la infertilidad, a los que todos tendrían derecho; la fijación de los límites legales en la actuación médica, que excluyan actuaciones temerarias; el conocimiento del coste que algunos tratamientos privados imponen a toda la sociedad, y algo muy difícil de determinar: algunas restricciones a la privacidad y a la paternidad, cuando las opciones personales comiencen a tener repercusiones en la composición de la sociedad.

El libro de Debora L. Spar deja al margen los criterios éticos tan relevantes en la valoración de estas técnicas reproductivas. Pero al presentar el sector con toda su crudeza comercial permite observarlo sin los habituales velos altruistas con que gusta presentarse.

M. Ángeles Burguera

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(1) Debora L. Spar. "Baby Business". Tendencias Editores. Barcelona (2006). 444 págs. 19 €. Traducción: Federico Villegas.

Los costes sociales de la tecnología reproductiva

Al final del libro Debora L. Spar se refiere a los costes sociales de las tecnologías reproductivas. Seleccionamos algunos párrafos.

"Un cuarto principio que se debe considerar es el coste, específicamente el coste que las transacciones privadas en el campo de la reproducción pueden imponer al resto de la sociedad. Por ejemplo, consideremos el caso de los bebés que Teresa Anderson, una mujer de 25 años, dio a luz en abril de 2005. Anderson era una madre de alquiler que había concertado un reembolso de 15.000 dólares por la gestación de un bebé para Enrique Moreno, un paisajista de 34 años, y su mujer, Luisa González. En este caso, para aumentar las probabilidades de embarazo, los médicos habían trasplantado cinco embriones en el útero de Anderson. Todos sobrevivieron, y Anderson dio a luz a quintillizos. Cuando nacieron los bebés, los medios de comunicación transmitieron la feliz noticia, con imágenes que mostraban a la sonriente madre, a la satisfecha pareja y a los quintillizos relativamente saludables. Sin embargo, estos bebés resultaron extraordinariamente caros: los costes del parto casi seguramente superaron los 400.000 dolares. González y Moreno pagaron la concepción de estos niños, pero también nosotros la pagamos a través de las cuotas del seguro, los costes del hospital, y posiblemente la educación especial que reciban estos niños cuando crezcan. De acuerdo con una encuesta reciente, el coste total de dar a luz a un niño nacido a través de la FIV va de 69.000 a 85.000 dólares. Si el niño nace de una madre madura, ese coste oscila entre 151.000 y 223.000 dólares. En estos casos, los futuros padres pagan una parte de los gastos –la FIV, las hormonas, las múltiples visitas médicas–, pero la otra parte la pagamos nosotros.

Además, pagamos los costes que se acumulan a medida que estos niños crecen. Hoy, aproximadamente, el 35 por ciento de todos los nacimientos que resultan de la FIV y de la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI) son múltiples. Si bien muchos de estos niños son perfectamente sanos, una cantidad significativa nace de forma prematura o con bajo peso, condiciones que pueden crearles problemas más adelante en sus vidas. Por ejemplo, aproximadamente el 20 por ciento de los niños nacidos con bajo peso experimentan minusvalías graves, y el 45 por ciento debe asistir a programas de educación especial. Por lo tanto, si los nacimientos múltiples tienen un mayor riesgo de ser prematuros y producir dificultades para el desarrollo, entonces las opciones individuales acerca de la procreación están creando costes para la sociedad en general. Y es necesario considerar estos costes cuando se formulan las políticas acerca de la reproducción asistida.

Esto no quiere decir que deberíamos negarnos a pagar, o que deberíamos limitar el uso de las tecnologías que imponen costes sociales. Una vez más, el principio del coste sólo nos indica cómo abordar un debate político. Si el coste de dar a luz quintillizos es demasiado alto, entonces deberíamos limitar el número de embriones que se pueden transferir en un solo ciclo de FIV (la mayoría de las naciones europeas ya han establecido estos límites). Si los costes generales de los bebés nacidos a través de la FIV son demasiado altos, entonces deberíamos restringir el acceso a esta tecnología, o permitirlo solamente a aquellas personas que pueden pagarla. En ambos casos, el principio del coste sugiere un procedimiento político similar: comprender los diferentes costes asociados con la reproducción asistida, comparar esos costes con sus beneficios, y establecer una normativa que equilibre los beneficios y los costes. "

FUENTE: M. Angeles Burguera www.aceprensa.com